Cuando
uno observa su alrededor se da cuenta de que continuamente ocurren
cosas que no entendemos, las analizamos y comprobamos que muchas de
ellas suceden bajo el paragüas legal, entonces nos encogemos de
hombros y preguntamos que cómo puede ser, que por qué esa ley está
ahí y nadie hace nada por quitarla o cambiarla cuando es a todas
luces injusta.
Como
es obvio, la mayoría de las leyes son justas, pero esa mayoría
descansa sobre todo en las que afectan a cosas de poca relevancia y a
los derechos fundamentales; las primeras porque no son verdaderamente
importantes para lo que importa y las segundas porque son demasiado
esenciales para la vida de cada persona que su incumplimiento
saltaría a la opinión pública de una manera arrolladora.
Donde
las injusticias se vuelven algo más comunes es en sectores que son
básicos para los que ostentan el poder y el dinero: en las grandes finanzas y en las altas esferas sociales (instancias jurídicas, iglesia,
política, etc.)
Para
poder reflejar con claridad lo que estoy exponiendo vamos a tocar dos
ejemplos muy claros en los que se probará la dudosa justicia de la
legalidad:
El
primero afecta directamente al Tribunal Supremo, a la política, a la
alta sociedad y, en alguna medida, a la iglesia.
El
juicio que se está llevando a cabo contra el juez Garzón. Este juez
está acusado y siendo juzgado por presunta prevaricación por haber
tomado la competencia de investigar las fosas comunes del franquismo, para lo que no estaba autorizado.
Pues
bien, algo que parecería totalmente de justicia (tratar de localizar
el mayor número posible de fosas y recuperar del olvido a cuantos
más represaliados mejor para que los familiares puedan darles
descanso y ellos mismos tengan sus días en paz después de haber
recuperado a sus parientes) parece ser que le puede costar la carrera
al juez Garzón.
¿Cómo
es posible esto? La respuesta es que el tema afecta a sectores de
mucho peso en España aglutinados en la derecha tradicional, entre
ellos a buena parte de lo más florido de la alta sociedad española
además, la iglesia no se siente a gusto con el tema pues durante la
dictadura fue una excelente colaboradora del régimen y, como
colofón, en las altas instituciones de la judicatura también hay un
gran numero de jueces que se sienten cercanos a los sectores antes
mencionados y, como todo el mundo sabe, en estos sectores si algo
sobra es dinero.
Como
vemos, en este caso hay unos actores muy poderosos contrarios a
escavar para descubrir fosas: políticos, iglesia, clase alta y
jueces. Entonces ocurre lo que hemos hablado y la legalidad se aleja
de la justicia y nos rascamos la cabeza sin comprender.
Hay
otro caso que también es muy llamativo ahora que estamos en lo más
crudo de una crisis financiera mundial que se está llevando por delante
las ilusiones y el futuro de millones de personas. También hay que
decir que está menos a la vista porque ha sido convenientemente
ocultado a la mayoría de los ciudadanos mediante la utilización de
un argot muy técnico que lo hace ininteligible para la mayoría de
los mortales y sólo la lectura de las primeras líneas les hacen retirarse prudentemente.
Este
es el caso de la legislación financiera, que ha sido articulada por
nuestros representantes políticos aconsejados y presionados por el
sector financiero con el fin último de saquear a los Estados y sus
riquezas y, a través de ellos, a los ciudadanos.
Tal es
así, que si lleváramos la terminología específica financiera al
idioma de la calle, muchos ciudadanos nos llamarían locos por no
poder creer lo que les estamos diciendo, pero esa es su verdadera
arma, que la injusticia sea tan grande que la gente de la calle sea
incapaz de admitir que quienes están ahí para velar por nosotros lo
permitan.
La
realidad es que si en vez de términos económicos de altos vuelos,
usáramos uno de economía del hogar, hasta un niño de 10 años se
daría cuenta de que estamos tratando de engañarle, vamos a poner
varios ejemplos:
_
Cuando estalló la crisis, los Estados pusieron sobre la mesa miles
de millones de euros para salvar de la bancarrota a la banca y a las
entidades financieras (principales causantes de la crisis). Una vez
rescatados y a través de instituciones financieras internacionales
(que pertenecen a esas entidades rescatadas) nos acusan de
despilfarradores y que debemos adoptar una política de reducción
de gastos y de austeridad gigantesca para que nuestra deuda no siga
aumentando (aumentó porque nos quedamos sin dinero tras el rescate y
ahora tenemos que pedirlo prestado para poder seguir funcionando
como país).
_
Curiosamente, las medidas que nos exigen las instituciones
internacionales con tanto ahínco no se las aplican a las entidades
financieras que nos llevaron a la ruina y que necesitan de una
importante regulación para que no vuelva a suceder. Además, las
medidas a los países tienen que ver fundamentalmente con procurar
que recauden dinero de sus ciudadanos y así seguir pagando los
intereses de la deuda a las entidades rescatadas aunque eso
signifique la ruina de los habitantes del país.
_El
Banco Central Europeo hace unas semanas prestó al 1% de interés
medio billón de euros a los bancos y éstos, en vez de darle
créditos a los ciudadanos y las empresas para reactivar el consumo
y la actividad empresarial se gastaron el dinero en comprar deuda de
los países con problemas al 5 ó 6 %, un negocio redondo, con la
gravedad añadida que esta operación no ayuda en nada al crecimiento
económico del país, ¿Por qué no compró el mismo Banco Central la
deuda de los países al 1% y así ahorrarles una gran cantidad de
dinero en intereses?.
Estas
y otras preguntas podrían hacerse sobre las actuaciones de los
organismos internacionales y en todas ellas la legalidad estaría
contemplada pero no la justicia.
¿Cómo
es esto posible? Pues la respuesta está en que, nuevamente, los
sectores afectados son muy poderosos, con mucho dinero y una gran
influencia para presionar a los organismos legislativos a hacer leyes
que les sean muy beneficiosos a sus intereses.
Podríamos
hacer una lista casi interminable de leyes injustas o no totalmente de justicia y todas ellas beneficiarían a los mismos, con lo que
quizás empecemos a comprender el porqué de tantas injusticias.
Un
saludo.
Ahora
dejo algunas fotos que vienen a cuento de lo que he dicho en esta
entrada, son fotos de carroñeras, una buena palabra para definir a
las gentes que ostentan el poder en estos momentos en el mundo:
En la
primera foto podemos ver a unos buitres negros alimentándose de los restos de un cadáver, en fin, ¡como la vida misma!.
en la segunda vemos a dos oportunistas de especies distintas intentando adueñarse de los despojos. ¡como la vida misma!
en la tercera son otros dos pero de la misma especie, es decir, de la misma calaña, disputándose más desperdicios.
en la cuarta aparece otro oportunista para recoger lo poco que queda. (un alimoche).
en esta otra el mismo alimoche esperando a que el buitre termine para llevarse lo que queda.
aquí vemos cómo siguen llegando más carroñeros al calor de la carne fácil. ¡como la vida misma!.
en la penúltima vemos cómo continúa la disputa pero ahora el zorro, empujado por las ansias de arrebañar algo, se ha acercado mucho más a riesgo de llevarse un buen picotazo.
y en la última tenemos un primer plano de nuestro más común de los carroñeros, para que le veáis bien la jeta y sepáis que cuando anda cerca es que hay comida fácil. lástima que a los carroñeros humanos no sea tan fácil identificarlos porque no tenemos primeros planos de ellos, ya sabemos que donde les gusta estar es en un segundo plano.
un saludo y que la crisis os sea leve.
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