lunes, 4 de febrero de 2013

UN NUEVO RETO

Uno de mis sueños de jovencito fue poder ver a las tres grandes águilas ibéricas: la real, la imperial y la perdicera.
con el tiempo lo conseguí, incluso logré localizar sus áreas de campeo y, más adelante, varios nidos.
Una vez fui atrapado por la fotografía de naturaleza trasladé esos sueños a tenerlas en mi archivo fotográfico.
pues bien, ya están en mi archivo dos de ellas: la imperial y hace ahora pocos días, la perdicera.
de las tres siempre tuve claro que la más difícil sería la perdicera, por la sencilla razón de que es la única que no come animales muertos y no entra a la carroña que le puedas poner para atraerlo.
aunque la  imperial es la más escasa de las tres, tengo la suerte de vivir en Extremadura, uno de los principales reductos que le quedan a ésta águila y, en donde en algunas zonas no es excesivamente difícil observar.

La perdicera exige un buen seguimiento, hay que localizar la zona de campeo, principales posaderos y su rutina diaria.
una vez echo esto se debe buscar cuál de los posaderos guarda mejores condiciones para intentar la fotografía y, lo más importante, que sean accesibles.
seleccionado el mismo se procede a la construcción de un escondite donde ocultarte con la cámara,
cuando terminas el escondite debes asegurarte de que el ave sigue utilizando el posadero y no desconfía de él.
también debes procurar "limpiar" de ramas o de cualquier cosa que estorbe a la hora de fotografiar al animal y que salga en el encuadre.

LLegó el esperado día tras algunos meses de preparación;
Una hora antes del amanecer ya estaba en la falda de la sierra, había que llegar arriba antes que las águilas empezaran su actividad, el posadero elegido es el que utilizan a primera hora para calentarse tras la fría noche, atusarse el plumaje y prepararse para la jornada.
Tras una dura subida cargado con todos los trastos y escudriñando el sendero con atención para no perderlo y desorientarme, logré alcanzar el escondite antes que la luz de la mañana me delatara, una vez en él pude comprobar cómo la niebla hacía acto de presencia envolviéndolo todo.
Después de haber sudado en la subida, ahora el frío me entumecía hasta los huesos. A eso de las 9.30 la niebla comenzó a volverse menos intensa, encogido en el zulo cada vez tenía más claro que no tendría la suerte de que la señora de la serranía tuviera a bien visitarme y, cada vez con menos ilusión, no dejaba de escudriñar el entorno y el posadero.

A las 11.10. por fin apareció, su mirada penetrante permaneció clavada en mi objetivo al menos 5 minutos, me quedé petrificado, mitad por la impresión que me dio tener a tan sólo 14 metros a esta poderosa y bella águila clavándome la mirada, mitad porque mis ojos se quedaron fijos en sus impresionantes garras.
Tardé más de 20 minutos en realizar la primera fotografía y se me encogió el corazón cuando sonó el primer "clic" pues el ave volvió a clavar su mirada en el objetivo y a ponerse tensa, pero poco a poco fue olvidándose de aquél extraño objeto hasta el punto que ya no miraba ni cuando sonaba el "clic.
Así estuvo durante más de una hora en el posadero y yo tuve una de mis mejores jornadas fotográficas.
Por ponerle un pero a la sesión diré que hay algunas ramas que hay que eliminar para que no salgan en el encuadre, pero eso es algo que haré más adelante, pues ya había quitado algunas y no quería abusar y que el ave desconfiara y no volviera a utilizar el posadero.
bueno no me enrollo más y aquí os dejo unas fotos de esta bella águila perdicera, hembra para más señas.
un saludo.






ahora subo a la otra gran águila que guardo en mis archivos: la imperial